Escrito a los 18, recordado a los 24. (primera parte)

 Soy impuntual, lo sé, pero está vez si fue mortal, te quedaste con mis poemas, por lo cual tienes unos pedacitos de mi corazón, quisiera gritar más fuerte, para que tú me puedas escuchar. 

Vámonos lejos

Atrás de un arcoíris, al lado de la luna y arriba de tu sonrisa, lejos dónde nadie nos pueda ver, nadie nos pueda sentir, nadie nos pueda juzgar. Dónde tú y yo seremos nada más, cuando el ocaso exista y la dispersión se agite cada vez más.

Tu sonrisa pasiva que solo fingía, lo melancólico de tu ser hoy, que me provoca escalofrío, también vi tristeza en tus ojos, aunque no supe porque, aunque quise ir a abrazarte, no lo hice, mi corazón me traicionó hoy, de lejos te sonreí, y a la distancia te observe, tan indescriptible, tan increíble, tan simplemente tú.

Correr por un campo de girasoles, con tu mano por la mía agitándose al son del viento, ese que toca y estremece a tu cabello, que mis ojos se llenan de lágrimas cada vez que te veo partir, ojalá siguiese siendo ese maldito que te tiene atada, más soy el que un día te quiere ver libre y sin cadenas, las mimas que llevo yo.

No te abrace tan fuerte por miedo a lastimarte, no te bese por medio a lastimarnos, y ahora que estás lejos, me arrepiento de no haber hecho nada de lo ya antes mencionado, pues lo único que gane, fue un recuerdo del cuál estoy seguro contare en mis versos, levantaste tu mano hacia tus labios, la volviste y con gesto de fuerza me mandaste un beso, que viajo por el aire y me dio justo a mí, y solo a mí.

La noche es estrellada, mañana no sé, y por eso, vámonos lejos.

Somos Amantes en Secreto

Somos amantes en secreto, de esos que se besan solo con mirarse a los ojos, de los que disfrutan su compañía mutuamente, de los que no miden el tiempo, y el pasaje se les va en miradas, miradas que ven la sonrisa que cada uno crea con su rostro, que con su mano extienden una propuesta generosa de poder verse. La locura se me va a la cabeza, cada vez que creo que te puedo tener, aunque sé que no es así, y por eso somos amantes.

No podemos decirnos toda la verdad, tampoco mentimos, solo ocultamos lo esencial, por eso somos amantes en secreto. Cuándo cada lado de tus labios, se centra en lo frío de mi, nuestra fortuna, me hace creer que somos más, más que simples compañeros, porque eso hacemos, compañía nada más, un escape infortunio a lo que nuestra vida es. Verte un poco, es decirte mil cosas a la vez, nuestras miradas lo dicen todo, y te voy a decir algo más, tu sonrisa no es perfecta, tu sonrisa no es hermosa, tu sonrisa simplemente es.

Una mirada era tan sencilla antes, pero contigo es todo un mundo que descubrir, ver tus pecas, tus manchitas, ver cada pedacito de ti como un detalle hecho exactamente a la perfección. Te hablo de miradas, ahora escucha sin paradas, somos amantes en secreto, de esos que no dicen nada, pero lo saben todo, somos amantes porque no pudimos encontrarnos antes, así fue el destino.

Un día puede durar una vida, un para siempre es más corto cuando tú no estás, pero yo se algo, que tú no sabes, somos amantes en secreto.

A lo qué soy

Lo banal del mundo, que me protege de verte y escucharte, aunque muchas veces gritas, yo ya no te escucho, solo veo lo que quiere él que vea, la orbe infinita que me rodea, que hace que mi amor se hunda y se muera, en un lago disperso de alimañas que me comen cada día sin tenerme cerca. ¡Muere! Eres un perro despreciable y ruin, que corre por las calles de los pueblos provocando cada noche un sinfín de muerte y destrucción, la cual se clava como puñado seco y tormentoso, en los corazones de quienes un día jugaron con maderas secas y opulentas. Los acordes que me envuelven, cada madrugada, cuándo en mi ser hay una guerra por sacar aquello que un día me dio la vida y el rey del universo, aunque me engañaron yo triunfe, aunque me sepultaron yo volví, trágame de una vez, que comerás en las avenidas de Antigua tu desgracia, junto con todos los borrachos, de los quienes una noche compartí bebida.

Me desperté y corrí, hacia un estatus no común, dónde cada día soy transformado, a un agua sin sabor y sin ilusión, el cual manejan cómo ganado de montaña, y mis ojos pesan, al igual que mis problemas, esos que saco un día con cebada de cuando era la talada, y los bosques me pedían que les diera vino, y yo les decía que solo había trigo.

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