Pescado crudo

Yo nací hace casi 25 años, en un pueblo costero, siempre viví cerca del mar, tan así que cada vez que salía por el pan, podía irme caminando por la playa, sentir el sol sobre mi, y la arena inundando todo de mi. Podía ver casi todos los días como los turistas observaban el atardecer, maravillados, como si fuera algo extraordinario, para mi no tenía nada de increíble, simplemente se acercaba la noche, y el sol a punto de esconderse está, ¿qué más podía pasar? Me gustaba salir a pescar, algunas veces sobre el viejo muelle, ya nadie se acercaba ahí, estaba tan viejo que solo era cuestión de tiempo para que cayera derrumbado, eso decía mi abuelo, nunca ha caído, pero el tiempo si se lo llevo a él, hace algunos años que murió, pero el muelle jamás siquiera se inmuto. Ver las olas del mar nunca fue un placer para mí, lo tenía todos los días que ya no significaba nada, me gustaba más bien ver mujeres a la orilla del mar, eso para mi sí era un buen espectáculo, esos cuerpos como esculturas si adornaban la costa.


Un día de repente noté que ya no habían turistas, el hotel más cercano a mi casa estaba cerrado, la orilla del mar ya no tenía mujeres, ni siquiera hombres, ni siquiera nada, todos los sabíamos, mis amigos, mi madre, mi hermano, algo raro estaba pasando, todos los sabíamos pero nadie decía nada, mis pescados ya no los compraban los comedores, así que nos los comíamos en casa, y sin querer pasaron dos años, ya no recordaba que existía alguna otra comida que no fuera pescado y una que otra legumbre. Pasaba todo el día fuera de casa, sobre el muelle, cada día mas fuerte, esperando que llegara alguien, esperando y solo esperando. Nadando sobre un mar de confusión, esperando quieto alguna ilusión vacía, algún barco a la deriva, la última vez que vi un barco cerca fue para una semana santa, mi pequeño pueblo estaba en fiesta, había mucha gente y el día estaba en su máximo esplendor, ese día antes de las 3 de la tarde ya había vendido todo lo que había pescado, y tenía tiempo para estar en la orilla del mar, tenía tiempo para naufragar en mis pensamientos. Tan lejano se me hacía ese día, tan estruendoso pareció que de la noche a la mañana ya nadie apareció.

Ya me había acostumbrado a escuchar únicamente el ruido del mar, o solamente dedicarme a pescar, esperaba la noche para dormir y para cenar, cerraba los ojos y luego los abría para esperar volver a pescar. Naufragando como todos los días en mis pensamientos, sobre el muelle viejo a punto de caer desde hace tantos años, ahora recuerdo que nunca vi el muelle en sus mejores condiciones desde que nací, logre escuchar el ruido de un motor, como rugido desde el exterior, acercándose, y acercándose, hasta las gaviotas se emocionaron y empezaron a volar, no eran ni las 4 de la tarde, y de pronto lo vi, una familia entera venia en una camioneta, se estacionó en el hotel, lo podía ver todo desde arriba del muelle, eran cuatro personas, eran cuatro viajeros que por fin regresaban, que por fin nos recordaban.

Al día siguiente todos de esto hablaban, regresaron los primeros viajeros, dos de los comedores mas antiguos por fin volvieron a abrir, era como si esa familia fuera todo un espectáculo para el pueblo, yo no lo podía creer, después de tanto tiempo volví a vender mis pescados, solo cuatro, porque eran cuatro viajeros pensé en mi interior. No podía esperar el atardecer, los quería volver a ver, quería volver a pensar en ellos y en como se impresionaban por el anochecer a la orilla del mar, y no miento, lo que mas quería volver a ver era mi propio espectáculo al atardecer, no sabia si en esa familia había alguna mujer que fuera tan hermosa como las que había visto antes.

Luego de estar en el muelle los vi, un señor y una señora, con dos de sus hijos, uno pequeño y una chica como de 18 años. El atardecer comenzó, y desde la otra punta de la playa la chica se acerco sigilosa al mar, dejando que cada ola solo tocará sus pies, me acerque lentamente, caminando un poco lejos para que no me viera, y cuando ya estuve a una distancia que me facilitaba verla, no podía creerlo, era la más hermosa que había visto, su cabello de rayos de sol hacían juego con el cielo a punto de oscurecer, sus mejías rosadas y sus ojos de miel, el viento parecía pasar junto a ella como si estuviera acariciando todo su cuerpo, su rostro era de ángel, y sin darme cuenta estaba a tan solo unos metros de ella, anonadado por su presencia, justo cuando el último rayo de sol desapareció de la costa ella me miró, y me sonrió, no supe que hacer y tenia miedo de asustarla, me di la vuelta y camine a casa.

Me acosté y cerré los ojos como nunca lo había hecho, inhale profundo, recordé y extrañe la sensación que tenia todos los días hace apenas dos años, por alguna razón, quería que todo volviera hacer como antes, y no solo ver a una si no a varias mujeres todos los días a la orilla del mar, eran las estrellas que yo podía conocer en la tierra, las que más cerca podía tener.


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