Año nuevo ¿Un nuevo Yo?

Es importante no generalizar sobre aquello de lo cual no podemos inferir a simple vista, pero en consenso general es importante mencionar que cada año, cada 365 días, celebramos un cambio de año, esto provoca que muchas veces nos tracemos metas, propósitos, etc. 

Así, de esta forma, cada último mes del año, puede que estemos insatisfechos o satisfechos, dependiendo que tanto hemos logrado, esto obviamente es una introspección personal. Si no logramos cumplir todas las metas, o si ni siquiera las teníamos, es necesario integrar todas las experiencias, tanto buenas, malas y experiencias neutras. Metafóricamente me gusta llamar a este proceso “Crear un nuevo color”, una forma nueva y única, con la cual no hay pensamiento dicotómico, no hay blanco ni negro, simplemente hay un color. Con lo cual podemos reflexionar más objetivamente, darnos cuenta que lo malo tiene un grado de importancia, o también verlo desde una perspectiva no solamente de aprendizaje, sino de vivencia, que no necesariamente siempre tiene que aportar algo bueno, que puede llegar a ser un pasaje más en una narrativa fluida, podemos dotarla de significado. Solo sí así queremos y si así lo creemos.  

Ahora bien, ¿Realmente un nuevo año garantiza un nuevo yo? ¿Es un renacimiento? En cualquiera de los casos, el cambio surge si yo lo empleo, un nuevo año es un cambio de número, una contabilidad infinita, si es que alguien lleva el registro del tiempo. Parecido al concepto de Noah Harari sobre la justicia “Nosotros la hacemos”. Si en verdad queremos un cambio en un nuevo año, es necesario hacerlo desde lo que sí podemos controlar, desde los procesos internos. Un nuevo año, un cambio de números, una acumulación más al sistema de tiempo, no garantiza en absoluto un nuevo yo, lo único que garantiza un nuevo yo es mi constancia sobre la causalidad de mi vida. 

Pero ¿Por qué? Vieja pregunta que constituye el avance de los sistemas filosóficos más complejos. ¿Por qué nos perturbamos por un nuevo año? Vuelvo al principio, no generalicemos, pero pensemos, ¿Cumpliré mi cometido este año? 
Desde tiempos inmemorables el ser humano quiere tener el control, el control del futuro, y estar seguro de lo que pasará, mínimo de aquí a un año. ¿Por qué? 

La psicología Gestalt nos puede explicar esto a través del concepto de “Ciclo gestáltico”, Zinker (Cómo se citó en Ángeles Martín, 2011) nos explica el ciclo gestáltico en 6 etapas. Primero, todos los seres humanos tienen necesidades, estas necesidades proviene del surgimiento de una sensación a nivel biológico, luego, como segundo paso del ciclo, viene el “darse cuenta”, nos damos cuenta de que existe, de que existe algo latente dentro de nosotros que nos provoca una inquietud, proveniente de una necesidad. 

Estos dos pasos o etapas primerizas provocan la tercera etapa, la acción, la acción mueve mi cuerpo a lo que puede satisfacer mi necesidad, por lo que llegó a la cuarta etapa automáticamente, el contacto, qué es la interacción, aproximación, o encuentro con el objeto o persona que satisface mi necesidad. Esta interacción, hace que surja una transformación, si se interactúa con la comida, la comida llega a ser parte de mi, como un todo, si interactuo con una persona, los dos llegaremos a influirnos mutuamente, llevándonos una síntesis de los dos. Y por último, la etapa de la retirada, terminamos el contacto debido a que en teoría quedamos satisfechos, y es necesario recuperar nuestra energía alejándonos del objeto o persona, como un acto sano y común del proceso.

La premisa básica que nos enseña la gestalt, es que cuando existe alguna perturbación a nivel psicológico, esta proviene de la interrupción de alguno de los 6 procesos del ciclo gestáltico. De esta forma, cada año, cada 365 que surge una retirada, las necesidades de realización, pueden verse interrumpidas, ya que pueden estar inconclusas, lo que provoca en las personas insatisfacción. Pero como cada ciclo, se comienza por una necesidad, un nuevo año permite retomar estas y poder satisfacerlas. 

Ahora bien, nos damos cuenta que si nuestras metas, objetivos o propósitos no se cumplieron, el ciclo de satisfacción queda inconcluso, por lo que existe una perturbación en la retirada, en la última etapa. Cómo surgen nuestras necesidades de realización, de crecimiento personal, estas deben tener contacto con todo aquello que puede llegar a satisfacerlas, esto se traduce a trabajo, perseverancia, esquematización y todo lo que involucre lograr estas metas. 

Aplica para todo, si tu deseo es viajar, se necesita un financiamiento, una planificación, pero surge de una necesidad, una necesidad tan poderosa que te lleva a la acción, y se repite todo el ciclo gestáltico.  Si tu deseo es vagar, este deseo igualmente surge de una necesidad, de olvidar, de superar, de no estar, y surgen las preguntas, llevadas por la acción, por la energía previa al contacto ¿Por cuánto tiempo? ¿Qué necesito? ¿Solo vago? ¿Qué es vagar? Y de esta forma el ciclo se va dando, en ocasiones no se cumplen todas las etapas del proceso, se queda inconcluso, y ahí es donde surge la perturbación a nivel psicológico. 

Por tanto, un nuevo año es un símbolo metafórico de un nuevo ciclo o ciclo gestáltico, realicemos una introspección ¿Ya nos escuchamos? ¿Ya sabemos qué necesidades de realización tenemos? ¿Hemos dejado ciclos sin retirada? ¿No hemos hecho los suficientes contactos para descargar nuestras necesidades? ¿Ya nos hemos dado cuenta de que necesitamos? 

Ahora centrémonos en el aquí y ahora, como buen predicador de la Gestalt, cada día es un ciclo nuevo, así como cada año, podemos verlo de esta forma, no existe ningún problema. Si cada día es un nuevo ciclo ¿Estamos cumpliendo todo el proceso del ciclo gestáltico? Pues es aquí, en la respuesta de esta pregunta, donde podemos realizar una retrospectiva, y “DARNOS CUENTA”. Podremos identificar que nos perturba, que nos impide, que personas, sucesos o situaciones interrumpen con nuestros ciclos. Y no, no es psicología pop pensar en los cierres de ciclo, es teoría sustentada por Perls, Goodman y Zinker, entre otros. 

Termino con este pensamiento, para invitar a la reflexión y a la responsabilidad de nosotros mismos:
 “¿Qué seguridad tenemos en la vida? Presos de la aleatoriedad, caminantes de la nada, olvidamos todo el camino y el sentido, no sabemos, y aún así nos atrevemos a amar, aún así nos arriesgamos a vivir. Dolor ausente, cuando no recuerdo, dolor presente cuando me acuerdo. No retrocedemos ni avanzamos, solo estamos.”


Referencias: 

Martín, Á. (2011). Manual práctico de psicoterapia Gestalt: (7 ed.). Editorial Desclée de Brouwer. https://elibro.net/es/ereader/umg/47794?page=91

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