Sobre el sentimiento de navidad y soledad, perspectiva psicoanalítica

Definamos el sentimiento de navidad, como cada año, y tratando de dejar de lado las estructuras de la sociedad consumista, pareciera que este mes si es diferente, tanto por las luces, como por el rojo y el verde, como por los sentimientos tan característicos de estas fechas, llamémosle así a todo aquello que en épocas de diciembre y noviembre, nos genera necesidad de unidad y felicidad, así como también  disconformidad, esperanzas y decepción, esto vinculado directamente a la celebración de navidad y año nuevo. Dependiendo de la situación y la condición material, el sentimiento de navidad puede estar dentro de una amplia gama, no necesariamente positivo o negativo, ya que no puede ser dicotómico. 

 

Por ejemplo, una persona puede estar en perfecto equilibrio durante todo el año, pero la navidad le trae recuerdos de un ser querido fallecido, con quién compartía estas fiestas de fin de año, pero a la vez su familia  está presente, por lo que no puede entregarse completamente al sentimiento de duelo y tristeza.

 A parte del bombardeo de publicidad, estas festividades se manchan por una vinculación innecesaria a la felicidad estricta, y los buenos deseos, cuando realmente cualquier fecha por especial que sea o pretenda ser, es una paleta de colores, o mejor dicho, de diversos sentimientos, no solamente de felicidad, también de reflexión, de duelo y de esperanza. 


Entonces, entendemos como sentimiento de navidad a todo el cúmulo de sensaciones de naturaleza mental, que en ocasiones extremas puede ser manifestada de manera física, provocada por las festividades de fin de año. ¿Qué tiene que ver la soledad con el sentimiento o sentimientos de navidad? Este artículo está basado en la investigación de la psicoanalista, Melanie Klein, “Sobre el sentimiento de soledad”. Publicado en 1963.


Para poder entender mejor la relación entre el sentimiento de navidad y el de la soledad, haremos un breve repaso a los principales fundamentos de la teoría de las relaciones objetales de Melanie Klein. En un principio, un recién nacido no distingue entre personas, a lo que ve o percibe únicamente objetos, según Klein. De hecho, en un principio el principal apego es hacia el pecho materno, catalogando a la madre en dos instancias psíquicas, el objeto bueno y el objeto malo, el objeto bueno se hace presente cuando el pecho materno satisface todas las necesidades, el objeto malo se hace presente al momento del bebé sentir hambre o percibir la ausencia materna, por lo que empieza a llorar. 


De esta forma el desarrollo se va dando, poco a poco, y conforme los meses los bebés comienzan a realizar una integración de los objetos buenos y malos, llegando a discernir, ya no como entes separados, sino como un todo que puede satisfacer o provocar necesidad. El principal problema o patología se crea cuando en estas etapas fundamentales del desarrollo humano, por diversas situaciones, el ser no puede llegar a hacer una adecuada integración, y por tanto, no se dan procesos sanos, a lo cual el ego se ve en la necesidad de buscar dentro del repertorio de los mecanismos de defensa, que mecanismo usar, con el objetivo de disipar cualquier ansiedad, buscando principalmente la satisfacción y la no insatisfacción. 


Estos procesos que no se dan adecuadamente, llegan a repercutir en la etapa adulta, a través de proyecciones, identificaciones o formaciones reactivas (Mecanismos de defensa). Pero según Klein, “Nunca se llega a una integridad total y permanente, ya que siempre persiste cierta polaridad entre los instintos de vida y de muerte, la cual sigue siendo la causa más profunda de conflicto.” Por lo que todos los seres humanos, en cierto grado, en ciertas etapas y en ciertas situaciones, afloramos los conflictos subyacentes, los cuales pueden acarrear desequilibrios. 


Podemos concluir que es normal que todos los procesos psíquicos en la infancia no se den adecuada o sanamente, pero lo que determina si es necesaria una intervención más profunda de estas problemáticas, es el equilibrio psíquico de los seres humanos, el cual se puede ver reflejado en el comportamiento. 


Ahora bien, adentrándonos en la principal temática, Klein menciona: “Puesto que nunca se logra una integración total, tampoco es posible comprender y aceptar plenamente las propias emociones, fantasías y ansiedades, y esto subsiste como un factor importante en la soledad.” 




Melanie Klein define el sentimiento de soledad, como perdurable en todos los seres humanos, aún cuando estos estén acompañados y recibiendo afecto. De tal forma, una época como ésta, llega a generar diversas emociones, y la soledad es una de ellas. Ya que la navidad incita a la unidad, una unidad que muchas veces no puede darse debido a diversos factores, tanto en ámbitos familiares como sociales, esta exigencia de unidad puede provocar una ausencia de compañía, la cual libera una serie de procesos psicológicos, como los mecanismos de defensa, que afloran aún más el sentimiento de soledad, Según Klein, esto se debe a una falta de introyección del objeto bueno, en dicho caso sea el pecho materno. Al carecer de un buen proceso de introyección, el yo disocia objetos buenos y malos, separándolos como si fueran dos estructuras diferentes. Por ende, no visualizamos todo el matiz de una persona, primitivamente creyendo que son dos objetos, cuando realmente es una misma persona con distintas características, sería un error catalogarla como buena o mala, ya que posee diferentes singularidades. 


De esta forma, la época navideña genera una falsa ilusión de felicidad, aduciendo que solo a fin de año se puede gozar de unidad familiar, amor y buenos deseos.  Por tanto, existe una regresión a los primeros procesos primitivos del bebé, generando que se disocien objetos buenos y malos, a lo que se puede traducir como una falsa racionalización, ya que si no se tienen objetos materiales, gratificaciones afectivas o compañía, el sí mismo se encuentra vacío, cuando realmente existe una gama de posibilidades que provocan diversas situaciones, las cuales son pertenecientes a una misma forma, por lo que no se puede dicotomizar, y regresamos al principal corolario primitivo “objetos buenos y malos”, cuando es un TODO. 


El problema de que el sentimiento de navidad provoque una escisión en el yo, es que genera una regresión, de una etapa adultA, donde el Yo, ya integró todas las dimensiones de la psique, a cuando el bebé aún está integrandolas, por lo que es incapaz de visualizar el mundo externo como una amplia capa de colores. Esto a su vez, da como resultado, un sentimiento de soledad, característico de la etapa infantil, como de las épocas navideñas.


 ¿Cómo demuestran o demostramos amor en estas épocas? A través de objetos materiales, objetos tangibles en el mundo exterior que simbolizan y se interiorizan al mundo interior. El punto importante es que se condiciona el sí o sí de existir en el mundo exterior, por supuesto que existen excepciones, pero la manifestación de amor más común y normalizada en estas épocas se da a través de los regalos, objetos tangibles en el mundo exterior. Esto entra totalmente en conflicto con la relación primitiva del bebé con la madre, ya que según Klein, siempre: “Subsiste el anhelo insatisfecho de una comprensión sin palabras”, esto genera que las palabras que usamos para nombrar objetos tangibles en el mundo exterior, no sean suficientes para mitigar el sentimiento de soledad, y por ende, estas épocas que se saturan de consumismo, generan una situación propicia para que el sentimiento de navidad aflore el sentimiento de soledad. 


Si tomamos en cuenta, la afirmación de Klein: “Nunca se llega a una integridad total y permanente, ya que siempre persiste cierta polaridad entre los instintos de vida y de muerte, la cual sigue siendo la causa más profunda de conflicto”. Podremos darnos cuenta que las festividades navideñas fomentan la desintegración del “Yo”, por lo que inconscientemente vemos objetos buenos y malos, y no las estructuras o formas en su totalidad. 


Muchas veces en la dinámica familiar latinoamericana, hay miembros que no se sienten parte de la mesa, de la plática, o de la cena, esta falta de sentido de pertenencia se da, porque no existe una conciencia plena del Yo, y una proyección sobre los demás, que provoca que las personas no se sientan pertenecientes a sí mismas, y por tanto tampoco al núcleo al que pertenecen. Klein afirma: “algunas de estas partes escindidas y apartadas han sido proyectadas en otras personas, lo cual contribuye a crear la sensación de que no se está en posesión total del propio sí-mismo, que uno no se pertenece por completo a sí mismo ni, por lo tanto, tampoco a nadie más.”

 

A todo ese cúmulo de emociones provocadas por el sentimiento de navidad, es necesario agregar, la idealización de las fechas, el sentido de que todo tiene que ser verde y rojo, y además de la idealización, las proyecciones en otros, las cuales nos hacen creer que otros la pasan mejor que nosotros. 

Pero a todo este sentimiento de soledad, que inevitablemente todos sienten en cierta medida, ¿Existe alguna solución? Y si existe, es la integración, dejar de dicotomizar, entre bueno y malo, e integrar ambas experiencias en un matiz sumamente más amplio, dejar por un lado la estricta rigidez al verde y al rojo, que la felicidad y unidad no se han rasgos solo de las últimas fechas del año, sino de todo el año. Esta integración de lo que provocan los objetos buenos y malos, en un solo objeto o ente, disminuye significativamente el sentimiento de soledad, aunque todos los sentimientos tienen una función importante, y vivirlos es esencial. 


Es importante mencionar, que el proceso de integración, al enfrentarlo, también genera sentimientos de soledad, Klein nos dice “Ya he sugerido que el dolor que acompaña a los procesos de integración también contribuye a la soledad….. ”


Klein llega a la conclusión de que el mundo externo juega un papel importante en la reducción o intensificación del sentimiento de soledad, y que nunca llega a mitigarse por completo. Además, el mundo interno siempre está en constante movimiento, por lo que ejerce una mayor coerción. De esta forma, tanto el mundo externo como el interno, juegan una dualidad importante en el sentimiento de soledad. 


Así que, realicemos introyecciones de sensaciones buenas, y de las sensaciones malas, que inevitablemente, podemos introyectar, aprendamos, para que nuestros procesos psíquicos sean sanos. No nos proyectemos, seamos uno, seamos el sí mismo. No idealicemos las fiestas, ni las personas, ni las sensaciones, abrámonos a la experiencia. Que Santa Claus no reemplace nuestras carencias afectivas, que el pavo, el tamal, el ponche y la gula no resuelvan nuestros conflictos subyacentes. Prendamos la luz de lo inconsciente, como prendemos las luces del árbol de navidad, celebremos el nacimiento de nuestra vida cada día, y no la del ser omnipotente una vez al año, no compremos de más, demos regalos al mundo interno, surgidos del mundo interno, e ignoremos un poco al mundo externo. 





Referencias

Klein, Melanie. 1963. ’”El sentimiento de soledad “Obras Completas”. https://aprendizaje.mec.edu.py/dw-recursos/system/content/0c59c97/content/Klein,%20Melanie%20(1882-1960)/Klein,%20Melanie%20-%20Sobre%20el%20sentimiento%20de%20soledad.PDF


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